Comentario
Nos proponemos englobar bajo este título la actuación de Roma en los territorios de la Meseta y el NO de Hispania.Cuando la Meseta entró en contacto con Roma a lo largo del siglo II a. C., su nivel de urbanización era diferenciado puesto que existían zonas próximas al mundo levantino y turdetano con mayor desarrollo que otras áreas más distantes.En los valles del Tajo y del Duero se concentraban los núcleos de mayor extensión y entidad organizativa, que podríamos denominar urbes, donde vivían pueblos agricultores, como vacceos y carpetanos, y los celtíberos.
Todos los autores están de acuerdo en que debió de existir una cierta jerarquización de hábitat entre los poblados de mayores dimensiones y los de tipo medio y pequeño (oppidum/castellum) pero la escasa documentación arqueológica disponible no permite aquilatar totalmente la ordenación del territorio prerromano meseteño.
Encontramos grandes poblados en la Submesesta Sur como Fosos de Bayona (Cuenca), e importantes núcleos arévacos y celtiberos como Uxama, Tiermes y Numancia. Para este último enclave, famoso en la historiografía universal por los acontecimientos bélicos allí desencadenados, Schulten aseguraba la existencia de una trama regular, ortogonal de época celtibérica sobre la que se asentaría la ciudad romana. A. Jimeno ha señalado que el urbanismo actual de La Muela de Garray, donde se ubica Numantia, responde a las obras de remodelación romanas tras la toma de la ciudad, pero su trazado, señalado por los arroyos de las calles, sería de época celtibérica a excepción de algunas rectificaciones. En otros núcleos próximos a Numantia como Ocenilla, Langa, etc., se ratifica la repartición del espacio interior con esquema de plaza central y casas adosadas a la muralla al estilo de algunos poblados del valle del Ebro.
Casi nada se sabe del urbanismo de la región vaccea aunque las fuentes llaman ciudades a Intercatia, Pallantia (Palencia), Ocelloduri (Zamora), Albocela (Toro), etc.
La actuación de Roma en la Meseta durante el periodo republicano adolece de falta de datos arqueológicos contrastados. Parece evidente que los romanos respetaron los grandes poblados indígenas que se adaptaban bastante bien a sus necesidades y esquemas socioeconómicos. Se observa que la mayoría de las ciudades de la Meseta se mantuvieron ocupadas y conservaron su nombre indígena: Uxama, Numantia, Consabura, Toletum, Complutum, Oretum, Sisapo, etc. Los poblados de menor entidad sufrieron una suerte diversa. Una gran mayoría se abandonaron pero otros conservaron su vigencia posiblemente por intereses económicos de los romanos (zonas mineras).
Roma aplicó también en la Meseta la fórmula de la contributio al primar un yacimiento respecto a los circundantes. Así lo pone de relieve A. Fuentes para el caso de Fosos de Bayona, la Sekobirikes prerromana que será trasladada a Cabeza de Griego donde se sitúa la Segóbriga romana. El fenómeno se repite en Ercávica, Clunia o Valeria, con relación a los yacimientos prerromanos próximos a cada uno de estos enclaves. Todos ellos verán un esplendoroso desarrollo urbano en época julio-claudia.
En cuanto al NO peninsular, consideramos que no hubo aglomeraciones que reunieran los requisitos suficientes para ser consideradas ciudades. Los recintos castreños, aislados y dispersos, se protegían con defensas naturales de fosos y parapetos a los que a veces se agregaban murallas. No existió una ordenación interior de los espacios que se ocupaban espontáneamente con viviendas circulares o rectangulares exentas, con hogar central. No hubo calles ni otros elementos regularizadores y los poblados parecían vivir de forma autárquica. Habrá que esperar el fin de las Guerras Cántabras para observar modificaciones sustanciales en este panorama. Será a partir de Augusto cuando se creen las primeras ciudades romanas del NO a la par que se respeta el hábitat castreño preexistente en el que se introducen nuevos elementos de organización espacial.